lunes, 14 de septiembre de 2009

Ramadan en España

Os pongo un artículo de una chica que conozco, es española de origen sirio, un encanto, dulce y amable, y con la cabeza muyyy bien puesta. espero que os guste.


Cuando Ramadán llega, ¿qué pasa en España?
"La esperanza está en estas personas, jóvenes y adultos, mujeres y hombres, que han sabido traducir en actos las enseñanzas del respetado profeta Muhammad (sala Allahu 3alaihi wa salam)"
14/09/2009 5:05 - Autor: Salam Adlbi - Fuente: Webislam

"La esperanza está en estas personas, jóvenes y adultos, mujeres y hombres, que han sabido traducir en actos las enseñanzas del respetado profeta Muhammad (sala Allahu 3alaihi wa salam)".

Todos los musulmanes que vivimos en España, sabíamos que este Ramadán iba a ser uno de los más difíciles debido a las altas temperaturas que acompañan el mes de agosto; pero a pesar de todo, estábamos igual de impacientes para recibirlo que cualquier otro año.

El cansancio que íbamos a pasar se vería recompensado con creces por el amor y la ternura que intercambiarí amos no solamente entre nosotros, familiares y amigos, sino también con Dios (subhanahu wa ta3ala); cada sayda (postrarse ante Dios) en Ramadán es un viaje apasionante lleno de cariño y afecto; comienzas recordando todos los errores que has cometido en relación a tus hermanas y hermanos y acabas sintiendo ese dulce, único y excepcional sabor, al sentir que Dios (subhanahu wa ta3ala) te da otra oportunidad para ser mejor persona.

Cuando Ramadán llega a España nos preparamos todos, mayores y pequeños, hombres y mujeres, como si se tratase de recibir a “la novia del año”. Lo acogemos con todas nuestras energías y deseamos fervientemente estar a la altura del desafío; el desafío de ser capaces de reconocer nuestros deslices y comprometernos a realizar todo el esfuerzo posible para evitarlos, especialmente si son faltas que hieren a las personas que nos rodean.

Pero cuando Ramadán llega a España, también surgen otras preocupaciones como las siguientes: ¿con quién vamos a ayunar este año? ¿Con Arabia Saudita? ¿Con Marruecos? ¿Todos vamos a ayunar juntos? ¿O cada ciudad española ayunará con un país distinto? O aún peor ¿los marroquíes ayunarán con Marruecos, los sirios con Siria, y los saudíes con Arabia Saudita? Y entonces los hermanos y hermanas que han abrazado el Islam ¿con quién ayunarán? ¿Con Europa?

Junto con la emoción de recibir a “nuestra novia del año”, siempre estas preguntas se nos pasan por la cabeza, incluso mucho antes de preocuparnos de si las temperaturas van a ser altas o de si van a ser días muy largos.

Hace no muchos años, la mitad de los musulmanes de Madrid celebraban el 3id (fiesta que se celebra al final del mes de Ramadán), cuando la otra mitad ¡aún seguía en ayuno! La gente sufrió un intenso shock, ya que familias enteras rompieron el ayuno y se dirigieron felizmente a la mezquita para celebrar una de las fiestas más importantes de los musulmanes, y se encontraron con que aún, para el resto de sus hermanos y hermanas, seguía siendo Ramadán. A partir de entonces siempre se ha hecho un importante esfuerzo para ayunar todos juntos… ¡Al menos en cada ciudad!

Lo bueno de este asunto es que no tarda mucho en resolverse, y así da paso a otra preocupación: “no perdernos los programas de los grandes predicadores Amr Khaled y Ahmad Al-Chukairi (jawater)”.

Por ello los dos primeros días de Ramadán tenemos encendido el canal de al “Risala” las 24 horas del día para asegurarnos de la hora exacta en la que van a salir sus programas. De modo que por mucho que nos pongan anuncios indicándonos la hora GMT, nosotros seguimos utilizando el método tradicional: dejar el canal encendido el primer día de Ramadán y así al día siguiente ya sabemos la hora exacta de cada programa, y evitamos posibles errores y riesgos de perdernos los primeros capítulos.
Amr Khaled y Ahmad Al-Chukairi, son para nosotros dos nombres automáticamente relacionados con Ramadán; organizamos cada día de Ramadán en base a dos elementos: el rezo y los programas de estos dos grandes predicadores. No podemos imaginar ni concebir Ramadán sin ellos. Sin darnos cuenta, han pasado a ser miembros de cada una de las familias que ven sus programas. Primero mantienen nuestras esperanzas vivas con solamente ver la luz que emana de sus rostros, y después traducen estas esperanzas en palabras y actos. Diez años llevamos con Amr Khaled, y cinco con Ahmad Al-Chukairi, ¿cuántos años más necesitaremos para que los musulmanes se despierten de su larguísimo sueño?

Esto no quiere decir que no tengamos que hacerles alguna que otra crítica constructiva, pero este ya es otro tema que quizás tengamos la oportunidad de hablarlo en otra ocasión.

A las 05:54 AM entró salat al fajir y a las 21:05 PM entró salat al mugreb el segundo día de Ramadán en España. Entre estos dos rezos transcurre un día lleno de debilidad y agotamiento por falta de agua y comida, pero repleto de fuerza y energía de la fe que supone ayunar exclusivamente por amor a Dios, algo que nuestros compatriotas españoles no musulmanes tienen dificultades para entender.

Todos los años, temblamos ante las noticias que van a sacar los medios de comunicación sobre Ramadán. Lo único que les preocupa es que no podemos beber, ni comer, ni escuchar música, ni mantener relaciones sexuales. Y para acabar bien la noticia siempre sacan a un médico señalando lo nocivo que es Ramadán para la salud, y la cantidad de inmigrantes musulmanes (porque no son capaces de concebir que existen musulmanes no inmigrantes) que son atendidos diariamente en urgencias al desmayarse por no comer y beber.

¿Por qué no hablan del amor, de la depuración del espíritu, de la solidaridad que supone Ramadán? Supongo que algún día tendrán que hacerlo; pero ese día llegará cuando haya musulmanes capacitados para explicar toda la belleza y grandeza que supone el mes del Ramadán.

Independientemente de los comentarios de nuestros amigos “medios de comunicación”, nosotros nos dirigimos todas las noches con alegría y satisfacción ilimitadas a la mezquita para rezar “al-tarawih”. La única palabra con la que se puede describir este rezo especial y añadido de Ramadán es “mágico”. Da igual el tamaño y el tipo de construcción de la mezquita, todas se llenan igualmente de jóvenes apasionados, adultos enérgicos, y ancianos resueltos, decididos todos ellos a compartir esa extraordinaria paz interior que emana de los sagrados versículos del Corán.

Desde luego la panorámica ha cambiado bastante en España desde hace veinte años; ahora, no se sabe si hay más mujeres que hombres rezando, y esto constituye para mí una alegría personal, ya que por fin se cumple la prescripción del amado profeta Muhammad (sala Allahu 3alaihi wa salam), pedagogo internacional por excelencia, de no prohibir a las mujeres ir a la mezquita. ¡Qué triste que se prohíba algo así!

Otra novedad son los niños. No hay nada más hermoso que ver a los niños corriendo y jugando en la mezquita, pero desgraciadamente siempre tiene que venir el o la “aguafiestas de turno” para regañarles y gritarles “¡Estaos quietos!”. ¿Qué les ocurre? ¿No han leído cómo el venerado profeta Muhammad (sala Allahu 3alaihi wa salam) trataba a sus nietos cuando rezaba? Y además, pedagógicamente hablando es antinatural pedirle a un niño que se quede quieto sin ofrecerle una actividad o una ocupación adecuada para su edad.

El tercer día de Ramadán, mientras rezaba el “tarawih”, haciendo una sayda, una niña de tres “me escaló”, yo intenté lo más cuidadosamente seguir con el rezo sin estropearle el juego, y la acaricié varias veces mientras ella reía alegremente. Al acabar el rezo, no me dio tiempo ni siquiera a darle un beso, ya que su madre enfurecida se abalanzó sobre ella gritándola y pidiéndome disculpas. Ante esta reacción yo me enfurecí más, y solicité a la madre que pidiera disculpas inmediatamente a su hija por el susto que le había dado; la madre se sorprendió y me preguntó “¿no te ha molestado?”. ¡Pues no, la niña no me había molestado! Lo que me había molestado es la posibilidad de que esa niña guardará un mal recuerdo del mes de Ramadán y de la mezquita. ¡Eso sí que me había molestado!

Ramadán…el mes del amor, el mes de la amistad, el mes del perdón, el mes de la productividad. Desgraciadamente no todos nosotros damos esta imagen a nuestros compatriotas españoles. La mayoría de los estereotipos que hay sobre nosotros en España, los construimos nosotros mismos.

Una amiga mía en la universidad me comentó que por qué solamente no bebíamos alcohol en Ramadán, que ya que bebíamos el resto del año, como un amigo suyo que se llamaba Ahmad, que por qué no íbamos a beber también en Ramadán.

Otro compañero de trabajo, me dijo que no le extrañaba que la economía de los países árabes fuese tan mala; según su análisis, todo era culpa del mes del Ramadán, y que el ejemplo más claro era su amigo Mustafa, que durante el mes del ayuno dormía todo el día y comía toda la noche.
“¿En Ramadán los maridos no pueden pegar a sus mujeres?” me preguntó Margarita, “Porque tengo unos vecinos musulmanes, y el marido siempre grita y pega a la mujer, pero en Ramadán no”.
Sin comentarios…La ilaha illa Allah, Muhammad rasulu Allah…

Me entristece que nuestros compatriotas no tengan más contacto con otro tipo de musulmanes. Por ejemplo, aquellos que durante toda la semana organizan clases de informativas sobre “¿Qué es el Islam?” y clases de árabe para impartirlas en las mezquitas los viernes, sábados y domingos, para todo aquel que quiera conocer sobre esta maravillosa religión, de la que se habla tanto todos los días en los medios de comunicación, y la cual tiene más adeptos en todo el mundo.
O aquellos jóvenes que se reúnen periódicamente para organizar “iftarat” (ruptura del ayuno) colectivos en Ramadán. Corren de un lado para otro preparando las mesas, los manteles, las palabras de bienvenida, y actividades para después de la comida.
La esperanza está en estas personas, jóvenes y adultos, mujeres y hombres, que han sabido traducir en actos las enseñanzas del respetado profeta Muhammad (sala Allahu 3alaihi wa salam).
Me enorgullezco cuando les veo rezando a las cinco de la mañana todos juntos en la mezquita; han superado el cansancio y el sueño para estar juntos, para estar con Dios (subhanahu wa ta3ala).

Cada día les preocupa qué ofrecer a sus hermanos y hermanas, y de esta preocupación nace una fantástica y extraordinaria creatividad; debates adaptados a cada edad, en los que después de romper el ayuno y antes del rezo de al-tarawih, se discute sobre temas tan candentes como la ciudadanía europea, la identidad, la aportación positiva de los jóvenes a sus sociedades, cómo respetar el medio que nos rodea, cómo construir ejemplos a seguir para las futuras generaciones, dónde encontrar ejemplos a seguir para nosotros mismos. Y todo esto acompañado de lecturas de poesía y canciones (anashid), sencillas, pero cargadas de emoción y de compromiso.
Cuando Ramadán llega, esto es lo que ocurre en España.

Salam Adlbi es investigadora en la Facultad de Educación. Universidad Complutense de Madrid.

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