Aisha, la mujer del Profeta, dijo, «¡Qué espléndidas son las mujeres de los Ansar! Su modestia no les ha impedido dominar el conocimiento del din».
No hay duda de que el Islam hace hincapié en la importancia del conocimiento. Es célebre el dicho del Profeta, que Al-lâh lo bendiga y le dé paz, «buscad el conocimiento, hasta en China». El Qur’án también nos manda buscar el conocimiento. Al-lâh dice:
«Y di: ¡Señor!, Concédeme más conocimiento» (20:114)
A lo largo del Qur’án se expresa la importancia del conocimiento y sus consecuencias:
«pero sólo los que saben las comprenden», (29:43)
«Y dirán, "Si hubiéramos escuchado o hubiéramos tenido juicio, no estaríamos entre la gente del Sair”.» (67:10)
La lista de aleyas sobre esta cuestión es interminable. Sin conocimiento no tendrás temor de Al-lâh y no lo entenderás, y por lo tanto, es probable que termines en el Fuego. Aquellos con conocimiento, como dijo el Mensajero de Al-lâh, «son los herederos de los Profetas». Dijo también: «La sabiduría añade honor al noble y eleva al esclavo haciéndolo ascender al grado de los reyes», y además, «Un solo faquih es más temible para shaytan que mil devotos». Porque el poseedor de conocimiento es capaz de distinguir entre halal y haram, de ver los peligros y maniobras de shaytán y, por tanto, evitar las trampas que éste pone.
El mandato de buscar el conocimiento está dirigido tanto a los hombres como a las mujeres.
Aisha destacó por su gran sabiduría acerca del din. El Profeta, que Al-lâh lo bendiga y le dé paz, dijo a sus Compañeros: «Tomad la mitad de vuestro din de Humayra' (Aisha)». Las informaciones que tenemos de los Compañeros dan fe del enorme saber que poseía.
«Cada vez que nosotros, los Compañeros del Profeta, encontrábamos cualquier dificultad ante un hadiz nos dirigíamos a Aisha, quien a través de su explicación nos mostraba que lo conocía al detalle», dijo Abu Musa al‑Ash'ari.
«Nunca vi a nadie más sabio que Aisha en el aprendizaje del Qur’án, asuntos hereditarios, legitimidad e ilegitimidad, poesía y literatura, historia árabe y genealogía», afirmó ‘Urwa Ubn az‑Zubayr.
lbn al‑Jawzi hizo mención en «La Crema de la Crema» de Hisham ibn 'Urwa que 'Urwa dijo a Aisha: «¡Umm! No me sorprende que sepas de poesía, ya que eres la hija de Abu Bakr, el más versado (en poesía), pero me maravillo ante tu dominio de la medicina». Ella le dio una palmada en la espalda y le dijo: «El Mensajero de Al-lâh, que Al-lâh lo bendiga y le dé paz, estaba enfermo y no cesaban de venir delegaciones de árabes de todos los lados. Le recetaban remedios para su enfermedad y yo lo trataba. De ahí proviene mi conocimiento».
«Aisha se encargaba de proclamar fatwa (dar consejo legal) durante los califatos de Abu Bakr, de Umar, Uzman y demás hasta su muerte».
Abu 'Abdullah al‑Ghafiqi dice en su libro «La sombra de la nube» a propósito de Aisha: «En ella se reunían la mayor parte de las transmisiones y el fiqh más completo de entre aquellos que daban fatwa. Acudían a ella personas, desde las tierras más recónditas por su conocimiento de la Sunna y de aquello que es obligatorio. Recitaba la poesía de los árabes con gran pureza. Era asombrosa en el tafsir (comentarios sobre el Qur’án), elocuencia y poseía un amplio saber de medicina». Trasmitió su conocimiento a por lo menos 77 hombres y 8 mujeres, de los cuales 14 (11 hombres y 3 mujeres) eran sus parientes.
En «Comentario del Camino de Muhammad» an-Nabulisi escribe lo siguiente: «Nada puede decirse de una mujer que se implique en cualquier aspecto de la búsqueda de conocimiento y en su enseñanza. Aisha solía estudiar las ciencias y aclaraba temas oscuros a hombres excepcionales. También corregía a un grupo de Compañeros en numerosos hadices. El grupo estaba compuesto por 'Umar y su hijo, Abu Hurayra, lbn 'Abbas, 'Uzman ibn 'Affan, 'Ali ibn Abi Talib, lbn az-Zubayr, Zayd, Abu'd‑Darda', Abu Sa'id, al‑Bara', Fatima bint Qays entre otros».
«Jamás he encontrado a nadie con tanto saber sobre lo que es halal y sobre lo que es haram, cultura general, poesía y medicina como Aisha» dijo 'Urwa. «He visto a los Compañeros consultar a Aisha sobre problemas hereditarios» (Al‑Hakim), dijo Masruq.
Esto no sólo ocurría con Aisha. También era el caso del resto de las mujeres del Profeta y las Compañeras como Umm Sulaym, Umm ad‑Darda', Fatima bint Qays, al-Adawiyya, y otras mujeres que vinieron después. Tanto estas mujeres, como los hombres solían enseñar a la gente. Este hecho se confirma en los libros de Hadiz, de historia y en las colecciones biográficas (Tabaqat).
El Profeta deseaba ver a las mujeres tan bien educadas como a los hombres en el Islam. El siguiente ejemplo es una muestra de que las mujeres pueden recibir enseñanza de los hombres: el Profeta mandó a 'Umar ibn al‑Khattab para que informara a las mujeres del Ansar sobre las bases de Islam. En Kitab at-Tabaqat al‑Kabir de lbn Sa'd, Umm 'Atiyya relata que cuando el Mensajero de Al-lâh llegó a Medina ordenó a las mujeres del Ansar que se reunieran en una casa; a continuación envió a Umar ibn al‑Khattab para que les trasmitiera las enseñanzas del Islam.
La colección de hadices de Al‑Bujari incluye un capítulo dedicado al Imam, que advertía y enseñaba a las mujeres. En él menciona a lbn 'Abbas cuando narra que el Profeta salió con Bilal.«El Profeta pensó que no le habían oído bien, así que dio unos consejos a las mujeres». Ad‑Dimamini afirmó que «ésta es la razón de la presencia de las mujeres en las reuniones y asambleas, a condición de que estén libres de la tentación».
Del Libro "Islam:El poder de las mujeres" - Aisha Bewley
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